La cultura más importante de América no está exenta de mitos y leyendas, y los incas históricamente han desafiado las ideas y los hechos de los que hablamos hoy. La historia aún no se ha terminado de escribir y hasta el día de hoy tenemos la oportunidad de descubrir nuevos mitos y verdades del imperio incaico.
Una de las leyendas más conocidas de los incas relata que el dios andino Viracocha creó inicialmente un mundo habitado por gigantes rebeldes, lo que lo llevó a provocar intensas lluvias hasta que la tierra se sumergió.
Posteriormente, decidió dar vida a seres similares a él, creando así a la humanidad. Además, forjó la luna, el sol y las estrellas, y envió a Viracochan como un ejemplo viviente de paz y sabiduría, encargado de enseñar a estas nuevas criaturas a través de una vida tranquila, la observación de la naturaleza y el sabio gobierno.
Con el paso del tiempo, a pesar de la benevolencia de Viracocha, muchos desafiaron a su divinidad, lo que provocó que fueran convertidos en piedra como castigo. Estos individuos sabían que, a pesar del éxito de Viracocha, poseía el poder de castigar si sus acciones no eran justas.
La leyenda cuenta que después de un diluvio, aparecieron los cuatro jóvenes hermanos, acompañados por sus esposas: Ayar Manco y Mama Ocllo, Ayar Cachi y Mama Cora, Ayar Uchu y Mama Rahua, Ayar Auca y Mama Huaco. Según la tradición inca, este grupo buscaba tierras fértiles. Ayar Cachi, el hermano más fuerte y astuto, tras una disputa con sus hermanos, fue ordenado a volver a las cuevas de Pacarina, donde su salida fue bloqueada con una roca, dejándolo atrapado para siempre.
Los otros hermanos continuaron su viaje hasta el monte Huanacauri, donde encontraron una estatua de piedra que mostraron respeto, excepto Ayar Uchu, quien saltó sobre ella y quedó petrificado. Lo mismo le ocurrió a Ayar Auca, que, tras seguir el viaje, también se convirtió en piedra.
Solo Ayar Manco logró llegar a Cusco, encontrando tierras fértiles. Al hundir su bastón de oro, fundó Cusco, la capital del Imperio inca.
Uno de los mitos más extendidos aún es sobre las Chincanas, túneles descubiertos en la ciudad del Cusco, siendo la más famosa encontrada en la Fortaleza de Sacsayhuamán, también conocida como “Zona X”, por la forma de las cavernas al cruzarse.
Hoy en día se conocen dos Chincanas: la Chica, estrecha y corta, y la Grande, de 200 metros, siendo inaccesible. Los lugareños mantienen relatos sobre estas, incluyendo desapariciones incluso en el siglo XX.
Las historias varían, pero coinciden en que forman una red conectada al templo del sol o Qorikancha, comenzando en el centro del Cusco, donde ahora está el templo de Santo Domingo. En el siglo XVIII, exploradores europeos afirmaron haber encontrado tesoros incas bajo tierra. Hasta hoy, la veracidad de estas historias sigue siendo un misterio, ya que los túneles existen pero nadie ha ingresado en ellos, siendo testigos vivos de estos relatos.
La historia de la “Ciudad de Oro” es una de las muchas leyendas que rodean la Conquista Española y la riqueza de los Incas. Se dice que esta ciudad, hecha completamente de oro, albergaba los grandes tesoros incas, incluyendo armas hechas de este metal precioso, como el legendario “quipu de oro”, un instrumento para contar que fue resguardado durante tiempos de guerra.
Se cuenta que los Incas, al darse cuenta del interés de los españoles por el oro, decidieron ocultar estos tesoros, incluyendo varios instrumentos valiosos, antes de enfrentar su trágico final tras la muerte de su líder. Las “chincanas” son consideradas la única esperanza para encontrar el tesoro inca que muchos persiguen hasta hoy.
Según la leyenda Inca, Manco Cápac y Mama Ocllo, hijos del dios sol Inti, emergieron del lago Titicaca y fundaron el imperio Inca en Cusco. Antes del lago, existía una civilización con grandes casas, destruida por un diluvio en las cordilleras que rodean el lago. Los sobrevivientes encontraron un nuevo lugar, honrando al sol como su salvador y fundaron su reino. Aunque sea mito, es intrigante que los fundadores de grandes imperios americanos surgieran del Titicaca.